El anarquismo en México fue crucial para la clase obrera desde 1860-1931, atrayendo a trabajadores rurales y urbanos con promesas de libertad ante la explotación capitalista y condiciones deplorables, especialmente durante el Porfiriato, donde organizó huelgas y promovió la ideología
anarcosindicalista vía figuras como Ricardo Flores Magón y la Casa del Obrero Mundial. Aunque enfrentó al Estado y fue marginado por el "reformismo revolucionario" (Cárdenas), su legado influyó en la Revolución Mexicana y sentó bases para futuros movimientos obreros, a pesar de que el campo agrario se mantuvo ajeno a su influencia directa.