El texto critica las pretensiones de algunas formas de escritura que parecen interesadas en mantenerse al margen de los conflictos o en presentarse desde una altura desde la que mirarlos como algo ajeno. El escritor, el poeta, es un trabajador de la palabra que, quiéralo o no, produce efectos de reconocimiento, de sometimiento o de rebeldía y, así, el escritor comprometido debe ejercer su compromiso también en la escritura misma (en su forma y en su contenido). De esta manera, el libro viene a constituirse en una especie de poética crítica desde la que Antonio Orihuela da cuenta de su propia producción y lanza un reto a toda una generación de auto- denominados poetas críticos.