El 6 de abril de 1938 la CNT entraba de nuevo en el Gobierno republicano español. Segundo Blanco González era nombrado Ministro de Instrucción Pública y Sanidad en sustitución del comunista Jesús Hernández. Por primera vez, los libertarios se encontraban en un ministerio que respondía plenamente a una de las claves para la construcción de la utopía revolucionaria: la enseñanza. Esta había sido desde inicios del anarquismo ibérico una de las metas más queridas y perseguidas por quienes se identificaban con la ideología revolucionaria. Mientras el frente del Ebro se desangraba, y la anunciada ofensiva que desde Extremadura provocaría una ansiada salida a la República, aislada del reconocimiento de Francia, sin la ayuda de Gran Bretaña y ya ni con el apoyo de la Unión Soviética, se contemplaba un desalentador e injustificado abandono de las democracias occidentales, la República se rompía en miles de pedazos que no tardarían en buscar las fronteras, los barcos y el exilio o, para vergüenza de la Humanidad, la tortura, la muerte, el presidio.
El pensamiento pedagógico plasmado en la riqueza de los planteamientos de una escuela libertaria entre 1936-1939 no debe hacernos olvidar que constituye el fruto de una crisis social, de un sentido revolucionario caracterizado por el compromiso transformador, comprensivo, solidario y creador.